La alfarería ha sido para muchas poblaciones un recurso vital durante siglos. Pero, con el paso del tiempo y con el surgimiento de las nuevas sociedades, las necesidades han cambiado y la tradición alfarera ha trabajado con nuevos materiales y modelos productivos. Este cambio también es vigente en los obradores y en los ladrillares, donde las máquinas de siempre han dado paso, —en muchos casos— a nuevos hornos o tornos que facilitan el trabajo del día a día. Asimismo, los artesanos, modelando y enhornando piezas como siempre, se han adaptado a las necesidades de las sociedades actuales, y han creado piezas más modernas y al gusto de todos, ya que son muy conscientes de la competencia de los nuevos mercados. Estos nuevos modelos también han conllevado un progreso en el arte, ya que nada tienen que ver aquellas figuritas prehistóricas de barro con las representaciones artísticas actuales y las nuevas tendencias decorativas.